Liderazgo y sucesión

mayo 4, 2016

Liderazgo y sucesión

Una mañana mientras escogía la ropa para vestirme, no encontré en mi vestidor una camisa que me quería poner. Después de buscarla sin éxito le pregunté a mi esposa si la había visto y me sugirió que fuera a la habitación de mi hijo a buscarla. Mi hijo no estaba en casa; entré a su vestidor e inmediatamente encontré la camisa. Después de tomarla en mis manos y antes de salir del vestidor, tuve el instinto de olerla, y al hacerlo me di cuenta que olía a mi hijo, ya no olía a mí. El olor me llenó el corazón de satisfacción.

En ese momento le escribí una carta a mi hijo donde le conté mi experiencia y le dije que me había gustado el olor de la camisa y lo mucho que ese olor significaba para mí. Le hablé de la sucesión.

Le dije que en un sentido figurado la camisa ya no era mía, él la había hecho suya, y lo invité a tomar el lugar que Dios tenía preparado para él.

No podemos hablar de liderazgo sin hablar del tema de la sucesión. Se espera que todo líder sea un “padre”, y la realización de la paternidad viene cuando experimentamos la sucesión.

La palabra sucesión de una manera simple significa ocupar el lugar de alguien más.

Se da en los empleos, se da en las empresas cuando los hijos sustituyen a los padres. Se da después de la muerte del padre, cuando los bienes, los derechos y la obligaciones del padre quedan en las manos del hijo.

Déjame profundizar un poco más en el tema de la sucesión.

A veces los líderes buscan el protagonismo y no permiten la sucesión, y cuando la permiten es realmente una pseudo-sucesión, porque el hijo se convierte en una copia exacta del padre.

He escuchado a líderes decir entre líneas lo orgullosos que están de que sus hijos sean exactamente como ellos, pero creo que eso es una tragedia.

La Biblia habla del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Cuando se dio la sucesión en las vidas de estos patriarcas, el Dios de Abraham, deja de ser el Dios de Abraham para Isaac, y se convierte en el Dios de Isaac. Se dio una sucesión en la relación que ellos tenían con Dios y en la manera de interpretar esa fe que tenían en Dios.

La iglesia en Latinoamérica siempre está atrasada unos 15 o 20 años comparada a las iglesias de países más desarrollados. ¿Será porque no permitimos la sucesión?

Hay una carencia de nuevas ideas en la iglesia ¿Será porque hemos callado la voz de nuestros hijos? Las nuevas ideas casi siempre vienen con una nueva generación.

El ego de un líder protagonista no permitirá las nuevas ideas e interpretará las ideas de sus hijos como rebeldía, como alguien que se está levantando en contra de la autoridad.

Hay líderes que necesitan, por el bien de la Iglesia, soltar la dirección del ministerio a sus hijos o por lo menos escucharlos.

Es importante aclarar que la sucesión es una carretera de dos vías.

El padre la debe fomentar y el hijo se debe preparar para experimentarla.

Aún en la Trinidad toma lugar esta sucesión tan necesaria.

En el Antiguo Testamento es el Padre el que domina el escenario y tiene toda la atención, y en el Nuevo Testamento el lugar lo ocupa el Hijo.

Jesús empieza su ministerio terrenal como el hijo del hombre, siendo declarado como el hijo amado de Dios durante su bautismo, pero a medida que pasa el tiempo, las palabras de Jesús demuestran el proceso de sucesión.

Cuando los judíos lo rechazan y discuten con él, Jesús les dice:

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen… Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”

Juan 10:27-29-30

Varias partes de esta declaración hablan de la sucesión: “Son mis ovejas”, “Mi Padre me las dio”. El Salmo 23 habla del Padre como el Pastor, pero aquí Jesús habla de una sucesión donde el Padre le ha dado las ovejas. Jesús enfatiza que el Padre es mayor que todos, y concluye esta declaración diciendo: “El Padre y yo somos uno”.

Cuando los discípulos dudaban, después de que Jesús dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, Tomás le dijo a Jesús: “Muéstranos al Padre y nos basta”, Jesús le responde y le dice:

“¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”

Juan 14:9

Esta sucesión del Padre a Jesús la vemos de una manera más clara cuando Pablo escribe:

“El Padre lo exaltó a lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están el el cielo y en la tierra y debajo de la tierra”

Filipenses 2:9-11

Por supuesto que el Padre continúa teniendo ese lugar de honor en la mesa; el Hijo le continúa dando la deferencia a su Padre, pero, el Padre empieza a depender del Hijo.

Debemos aceptar que llegará el momento cuando nuestros hijos nos enseñarán, cuando nuestros hijos empezarán a actuar como padres y nosotros como hijos. Es el proceso natural.

Si no lo aceptamos estaremos truncando el desarrollo y la visión morirá cuando muramos nosotros.

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Jesús Adrián Romero es un reconocido cantante y compositor mexicano. Comenzó su carrera a mediados de la década de los 90, gozando al día de hoy de un enorme prestigio y vigencia en toda Latinoamérica, EEUU, y gran parte de Europa.