Jesús por defecto

abril 1, 2016

Jesús por defecto

La mayoría de las doctrinas y principios que como Iglesia creemos y practicamos provienen de las epístolas. Creo que las epístolas, especialmente las del apóstol Pablo, son el fundamento doctrinal de la Iglesia. Pablo se describe a sí mismo como el perito arquitecto de este “edificio de Dios” que es la Iglesia.
Pero, ¿Qué debemos hacer cuando no nos podemos poner de acuerdo en algún tema? ¿Qué debemos hacer cuando la interpretación de algún pasaje de las epístolas nos divide?

¿Qué debemos hacer cuando por causa de un desacuerdo tratamos a los demás de manera cáustica y excluyente?
Propongo que regresemos a Jesús.
Aunque creo que las epístolas son el fundamento para nuestra teología, Jesús debe ser el corazón.

Es refrescante regresar a Jesús y darnos cuenta que muchas de las discusiones que como Iglesia tenemos, ante su presencia pierden importancia.
Venir a Jesús, escuchar sus palabras y ver su ejemplo nos aterriza, nos hace abandonar nuestras discusiones absurdas y nos hace darnos cuenta de lo que realmente importa.
Cuando tengamos dudas de algo, debemos regresar a Jesús por defecto; es lo más sano que podemos hacer.
En Lucas 9:52-55 encontramos a Jesús enviando a unos de sus discípulos a una aldea de Samaritanos a pedir posada para preparar la Pascua.
Los discípulos van, pero no son recibidos por los Samaritanos. Cuando regresan con la “mala noticia”, están tan indignados por el rechazo de los Samaritanos que Jacobo y Juan le dijeron a Jesús:
“¿Quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?”
Cuando Jesús escuchó la reacción violenta y la propuesta de juicio sobre los Samaritanos, los reprende y les dice: “Ustedes no saben de qué espíritu son”
Creo que estas palabras de Jesús son clave para resolver conflictos. ¿Sabemos de qué espíritu somos?
Cuando los discípulos proponen que fuego descienda del cielo, están haciendo alusión al profeta Elías.
Elías era el profeta de la ley y el juicio. Su ministerio se caracterizó por el fuego, el viento y el terremoto. Él fue el profeta que degolló a los 450 profetas de Baal.
Cuando Jesús les dice: “Ustedes no saben de qué espíritu son”, está marcando una diferencia entre su espíritu y el espíritu de Elías; entre su espíritu y el espíritu de Juan el Bautista que vino en el poder y espíritu de Elías a prepararle el camino.
Hay una tendencia muy marcada en la Iglesia y el liderazgo latinoamericano en tener iglesias y ministerios bajo el modelo de Elías o Juan el Bautista. Todos hemos estado en congresos donde predicadores en arrebatos de frenesí instan a los jóvenes a ser como Elías o Juan, pero ese no es el espíritu bajo el cual se mueve Jesús.
Cuando Jesús aparece en la escena después de la introducción que Juan el Bautista le da, hay una diferencia muy marcada entre ambos.
Jesús no es el profeta austero con tendencias ascéticas y penitentes. Jesús nos enseña que Dios no está en el fuego, el viento o el terremoto, sino en el silbido apacible. El se presenta a sí mismo como el novio, el que trae alegría a la fiesta, y cuando los fariseos lo cuestionan porque sus discípulos no ayunan, el responde que no pueden ayunar los que están de fiesta.
Jesús come y bebe con sus amigos.
A diferencia de Juan que tiene un mensaje violento como el del hacha puesto debajo de la raíz de los árboles, su mensaje es familiar, compasivo, poético y evocativo. Anuncia la buena noticia del reino. En el corazón de sus parábolas se encuentra el amor y la compasión. La bienvenida a los perdidos y la ayuda a los marginados.
Después de reprender a Jacobo y Juan y decirles que no saben de que espíritu son, agrega algo muy importante, algo que debe convertirse en el filtro de nuestra interpretación bíblica, algo que debe definir nuestra forma de vivir la vida cristiana, algo que acabará con los pleitos y el Tribalismo, “Porque el hijo del hombre no vino para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”, es decir, debemos hacer todo lo posible por salvar a los hombres, no perderlos, y esto incluye re-evaluar nuestra forma de vivir la vida cristiana y nuestro estilo de ministerio.
Es claro, para el lector honesto, que en Jesús el amor lo relativiza todo. El amor a Dios y el amor al prójimo son el corazón de la ley. Toda doctrina, toda regla, toda diferencia debe pasar por el filtro del amor.
¿Sabemos de qué espíritu somos?
Al comparar el estilo de Elías con el de Jesús tal vez nos preguntemos, acerca de por qué se incluye en la Biblia esta forma de predicar, y creo que el estilo de Elías y Juan el Bautista tuvieron su momento en la revelación progresiva del plan de Dios, y ese es un tema muy extenso que alargaría este blog al punto de no ser blog.
La invitación es regresar a Jesús por defecto. Él es la Piedra con la que tropezarán todos nuestros prejuicios y diferencias.

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Jesús Adrián Romero es un reconocido cantante y compositor mexicano. Comenzó su carrera a mediados de la década de los 90, gozando al día de hoy de un enorme prestigio y vigencia en toda Latinoamérica, EEUU, y gran parte de Europa.